Data: 26 de juny de 2019

De la lectura del Informe de Future For Work Institut sobre “Los trabajadores españoles ante la automatización” en colaboración con la Universitat Oberta de Catalunya y de Randstad y UGT ofrecemos un resumen que quiere responder a sus preguntas:

¿cómo perciben los trabajadores españoles el fenómeno de la automatización?

¿en qué medida se están preocupando de prepararse para el cambio?

Estamos todos de acuerdo en que en los próximos años se va a producir una digitalización en el sector industrial que requerirá un proceso de recalificación profesional de muchos trabajadores para preservar su lugar de trabajo.

Las principales actuaciones para hacer frente al impacto laboral de este cambio tienen que ver con la formación que administraciones, sindicatos, patronales, empresas… van a tener que impartir a los trabajadores que realizan tareas prescindibles.

No obstante, de nada servirá ofrecer formación si los trabajadores no están motivados para buscar e implicarse en las oportunidades de aprendizaje.

La motivación para formarse depende, esencialmente, de dos elementos:

  1. el valor que el trabajador atribuye al resultado de la formación, es decir, el retorno que obtendrá por haberse formado;
  2. la confianza del trabajador en su capacidad para aprender.

Las nuevas generaciones y las ocupaciones más complejas ya conocen el valor del aprendizaje continuo y muestran un reciclaje permanente que favorece la adaptación a la digitalización y automatización. Pero este colectivo presenta por su parte una peligrosa sensación de confort y de seguridad errónea que está relacionada con la posesión de conocimiento, cuando está en auge la tendencia en las empresas de valorar, más que los títulos académicos que poseen, el realizar bien el trabajo; y las cualidades o competencias personales de adaptabilidad, iniciativa, imaginación o trabajo en equipo.

Por otra parte, las ocupaciones menos complejas, que implican tareas más repetitivas y monótonas, que no requieren decisiones difíciles ni excesiva planificación, y se aprenden con bastante rapidez, muestran menor interés en actualizar sus conocimientos y anticiparse a los cambios en el trabajo. Así, trabajos poco complejos y que no proporcionan oportunidades de desarrollo y adaptación tienen trabajadores que tienden a esforzarse menos en este sentido. Es la pescadilla que se muerde la cola.

Existe pues una relación entre complejidad del trabajo con la sensación de riesgo de desempleo.

No hay que olvidar pero que como siempre también hay personas con altos niveles de anticipación y optimización en trabajos de una complejidad relativamente baja y viceversa. Y a menudo por la antigüedad que tienen en la empresa.

¿Qué hace distinta la revolución industrial 4.0?

La principal diferencia es que ya está aquí. Las anteriores son el pasado. Ésta está sucediendo en el presente y se despliega a gran velocidad. Esto obliga a que la adaptación tenga que hacerse cada vez en menor tiempo y los trabajadores no son del todo conscientes del alcance y velocidad con que se están produciendo esos cambios. Y afectará a todos los trabajadores, cualificados y no cualificados.

¿Y quién creen que es el responsable de facilitar la adaptación?

  1. El primer lugar se lo lleva la propia persona.
  2. El segundo y tercer lugar se alternan dependiendo si son trabajos complejos o no, pensando que son las instituciones educativas y las empresas en el primer caso y las empresas y las instituciones educativas para el segundo.

En conclusión, el trabajador español no parece demasiado preocupado hoy por hoy y a corto plazo por la digitalización. La ve lejos y espera que las administraciones y las empresas sean las que les ofrezcan los medios para formarse. El problema, a nuestro entender, es motivar y convencer a los trabajadores no cualificados de la importancia y necesidad de su formación. Será difícil.

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